Viriato fue el principal caudillo de la tribu lusitana, (una de las cinco provincias de Hispania en la época antigua) que hizo frente a la expansión romana en las guerras Púnicas.
Todo empezó cuando el gobernador romano Galba convocó a los guerreros lusitanos oponidos a la conquista romana, ofreciéndoles paz y tierras si entregaban sus armas. Acudieron más de 30.000 lusitanios desarmados. Sin embargo, era una trampa; muchos de ellos murieron acuchillados y otros muchos se convirtieron en exclavos.
Viriato fué uno de los pocos que consiguió escapar, y pronto se convirtió en el jefe hispano más valiente. Reclutó gente hispana, tanto guerreros como campesinos.
Luchó durante ocho años contra los romanos, y acabó con romanos importantes como Cayo Vetilio, Cayo Plaucio y Claudio Unimano.
Por todo aquello, los romanos querían acabar con él cuanto antes, y lo que planearon fue lo siguiente:
En el año 139 a.C. los romanos sobornaron a tres de los íntimos amigos de Viriato para que lo mataran. Sus nombre eran: Audax, Ditalco y Minuro.
Una vez que lo mataron, fueron a cobrar la recompensa prometida. Allí, les dijeron la famosa frase:
-"Roma no paga a traidores"
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